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Elegía de Vallvidrera (IV)
Puedo decir, por fin: en esta fuente bebo,
y bebo hasta morirme
de sed de querer más sin saber qué,
que así nunca se muere
en realidad del todo: viviendo en la carencia
de alguna cosa siempre.
Sin
carencia, ¿qué sería de nosotros,
a quienes nos fue dado el privilegio
de la santa locura de ser cántico,
vendaval, fuego bronco
que se incendia a sí mismo, mientras salva
en pureza las cosas que destruye.
¡Oh, iluminados! Nuestra
tarea humilde: abrir del todo los oídos
al canto primigenio
y declinar.